Existieron, y existen aún hoy,
ciertos personajes, personalidades de angustia, en el Barrio, que destacan por
su “locura”. Las Floristas, la Gritona, el “Fuira”, el Waska, el Mudito, el
Tapón de Grasa, el Busca-nidos, la Tina, el Pata Sucia, el Pavadidas, el buen
Mr. Morris, el Palo Borracho, el Cara de Tortilla la Dientona y el Fermín, son algunos de ellos;
en algunos casos, su fama (mal merecida por cierto) está unida a la relevancia
que puedan llegar a tener ante la chusma, pero voy a intentar dejar eso de lado.
Algunos de los que acabo de mencionar eran indigentes (o aún lo siguen siendo)
y tenían su modo bastante peculiar de ganarse el sustento, y otros se dedicaban
a prestar su ayuda al prójimo. Algunos ya murieron y otros patean aún la piedra
a gran distancia. Desde la perspectiva de la chusma cotidiana, no importan gran
cosa lo que se ve en cierta persona, sino más bien lo que uno cree ver en esa
persona con tal de desmerecerla, intentando envenenar su historia lo más que
sea posible. A las viejas de todas las esquinas les preocupa más el escándalo
antes que el mérito en la vida de un cristiano. Por eso, no conviene dejarse
llevar demasiado por el chisme, e intentar ver más allá del qué dirán a estas
gentes incomprendidas y hasta por ahí incluso también envidiadas por su entorno.
Quiero rescatar los aspectos más sobresalientes de la personalidad de nuestros
“locos”, y no contribuir a echar por tierra la integridad con la que muchos de
ellos cuentan. Hoy voy a escribir acerca de dos que no son los más importantes,
pero sí los que más recuerdo, a los que más llevo anclados en mi memoria de
niño.
Empecemos por el
viejo “Fuira”, del cual nunca supe cómo se llamaba ni qué es lo que hacía o
dónde vivía (pero para lo que tengo que contar de él poco importa su biografía).
Era un viejo que siempre andaba en una bicicleta destartalada que llevaba un
cajoncito de madera atrás, y que de lejos parecía el más senil de todos los
ancianos por cómo pedaleaba, con un suspiro de moribundo por cada vuelta de
180° que daba a cada pedal. Al parecer un día se corrió la voz de que aquel
pobre viejo, apenas cualquiera le pasaba por al lado en bicicleta al grito de:
“¡Fuira, viejo!”, pedaleaba que podía transformarse en el próximo medallista
olímpico del ciclismo en persona para dar caza a su agresor. Si le daba alcance
al vivo en cuestión, decían (quiénes lo habrán dicho, no lo sé..), que el viejo
lo zurraba de lo lindo, aunque ninguno haya visto jamás que le diera alcance a
alguno. Hay un antecedente de dicho suceso, que se remonta al año 1895. Se
trataba de un tal Quintana, quien montando un buen caballo, provocaba a menudo
a los policías, los cuales cabalgaban unos matungos muy viejos y flacos (a los
que, según un paisano nuestro, se les podía contar las costillas), lanzándoles
un fuerte grito de desafío e insultos al pasar a la carrera por al lado de
ellos. Entonces, se oía un ruido como de latas, producido por los sables de los
vigilantes, quienes iniciaban la persecución, montados en sus flacas cabalgaduras,
algunos perdiendo el equilibrio y mordiendo el polvo, otros azuzando
inútilmente a sus pobres bestias, mientras Quintana ya se había perdido pronto
de vista. Al parecer un hecho legendario como este puede hacerse carne en otro
período de la historia más reciente. Es curioso comparar el riesgo al que se
exponía Quintana si la milicada le daba alcance con el resultado de una carrera
del “Fuira” si le daba alcance a algún niño (que eran quienes se divertían así
a costa del pobre viejo), porque el efecto que provoca en el lector me parece
que es el mismo: un sentimiento de orgullo (un poco exagerado incluso) tanto de
parte del viejo “Fuira” como de la policía en aquel entonces, que es algo que
caracteriza a mis desolados pagos, haciendo a sus ciudadanos susceptibles a un
tipo de afrenta poco común. El viejo “Fuira” era otro tipo de persona cuando no
se lo molestaba, un anciano pacífico pero alerta, o como lo describiría
Dostoievski, es uno de esos seres que por un lado se avergüenzan de cualquier cosa,
pero que por otro tienen un orgullo excesivo. El “Fuira” ya murió hace tiempo,
pero su recuerdo queda hoy plasmado aquí.
Otro personaje al
cual no conviene olvidar es al Busca-nidos, el cual como su apodo lo indica, no
apartaba, y no aparta aún hoy, su mirada de los cielos. Llegué a pensar en
Tales de Mileto cayéndose a un pozo por contemplar el cosmos, y me agradó la
suerte de tener a un “loco” así entre nosotros. Grande fue mi desilusión al
comprobar que sólo se trataba de un ciruja que por una anormalidad de su misma
fisonomía, caminaba como sacando demasiado pecho, y por esto parecía no sólo
contemplar el cielo y las estrellas, sino también las ramas de los árboles y
sus nidos. En fin, que estos son los “locos” que hoy presento. Pronto, cuando tenga
algo escrito, presentaré a otros que son aún más entrañables..
El viernes por la noche en INCAA me vi un peliculón argentino: Un Oso
Rojo de Adrián Caetano. Me encanta Julio Chávez en ese papel de ex-presidiario,
pues encarna un personaje que resulta único. La película trata de un tipo que
sale de prisión y quiere pasar tiempo con una hija que tiene y a la que no vio
crecer, y el tipo va, queriendo salir del robo en una época en la que no
existen muchas más opciones; busca además que un viejo chorro que maneja un
bar, le pague una guita que le debe.. ¿hace falta que les cuente de lo que
trata la historia? La peli está muy buena: mírenla. Sólo puedo decir que su
filmación transcurre durante el período en que el país se empieza a ir
definitivamente a la mierda, es decir, a partir de que al payaso de Cavallo se
le da por anunciar el corralito bancario o retención del dólar en Argentina.

Por
otro lado, me estoy viendo por fin, aunque fuera de sincro y con violentos
ataques de pausa a cada instante, los capítulos de Neon Genesis Evangelion a partir
del momento en que aparece Asuka (capítulo 9 en adelante), mi gran y único amor
imposible, desde que tuve mi primer revista Evangelion (de prestado, claro).
Jamás me imaginé que Asuka tuviera ese carácter tan jodido, y encima la mandan
a Alemania para formarse, a la pobre. Me parece que sus humos de grandeza no
van con la imagen que yo me había hecho de ella. Oh, Dios, la historia de
siempre: enamorarme de una ilusión.. No obstante, seguiría enamorado de ella,
pues es tan distinta a mi persona, que habríamos hecho un buen dúo, si no fuera
hoy para mí una niña. A los 28 años de edad, no puedo concebir tal fantasía,
pero sí imaginarme a la edad de ella pasando hambre y empleando mi amor por
ella como un paliativo para vencer el miedo. Aunque la verdadera Asuka-aria me
hubiera comido vivo por entonces, considero que al menos me hubiese hablado,
cosa que hizo con Rei Ayanami sin importarle en nada la parquedad de ésta hacia
el mundo. No digo que no haya tenido infancia, pues la tuve y muy buena; lo que
no tuve fue pre-adolescencia, pero no culpo a nadie o sí no sé..
El
maldito temporal ya amainó, y se respira el tan deseado aroma de primavera.
Sólo por esto (que no es poco) estoy feliz. Lástima lo de Luján; y pensar que
fui allí hace un año, y la consideré una ciudad incorruptible, con la
majestuosidad de su basílica asomando por en medio de tanto bullicio citadino..
y va, y la corrompen las pestilentes aguas de un río pútrido y maloliente. El
sábado tuve que ir de visita a mi antiguo instituto pedorro a completar los
últimos trámites para que me den el único título que demuestra que sirvo para algo
más que para escribir aquí. En definitiva sólo sé escribir (y muchas veces
bastante mal).

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