viernes, 24 de octubre de 2014

El por qué de un hedonista azul





He comenzado a escribir aquí con el firme y claro propósito de conocerme a mí mismo ante un mundo que no se conoce a sí mismo. No pretendo abrumar a un auditorio incierto con detalles que me vienen a la mente acerca de los recuerdos de mi infancia o mi adolescencia (es decir, que no pienso mencionar el nombre de mi primer gran amor o cuándo fue que tuve sexo por primera vez o mi debut como aspirante al vicio). Soy un Hedonista Azul (Blue for my heart), errante, imaginario, de cualquier modo es igual.
  La vida errante, en el azul colectivo, imaginando una fe en la cual todas las emociones humanas deben ser crucificadas, martirizadas, para poder lograr alcanzar un ser superior. Herman Hesse proclama un "camino dificultoso, pero purificador”.


Dios no oye a quienes han perdido durante tanto tiempo el camino de la fe, a quienes se enamoran siempre, o así lo creen, de chicos, chicas, mujeres adultas, vivos y muertos, con el alma a punto de salirse disparada a volar por los aires infinitos de la marginalidad fantástica: Tolkien y los viajes de Gulliver llevan lejos y no devuelven, no hasta salir por completo de la pubertad. Estar tan lleno de poesía propia le hará estallar. 


Este naufragio me sabe amargo. Un recuerdo invade mis horas de angustia: un sueño que crea absurdos demonios o fantasmitas con su cara dibujada encima de un plasma sin vida. Debo salirme de estas aguas, pero no sopla ni una brisa de esperanza en este mar de nada..

Anoche te soñé despierto

Anoche te soñé despierto
Me anticipé a tus ojos,
y a tus labios rojos.
A tu dulce aliento.

Tus besos sabían a café,
Me dejaron marcas por toda la piel.
No lograba reaccionar a mi desvelo.
Mientras, te abrazaba, esperando mi destierro.

Anoche te soñé despierto,
Y ví tus labios acercarse de reojo.
No se ocultaban con el tiempo,
Así que me volví hacia ellos

Pero solo encontré silencio,
Y al vacío, llenando mi ser en todo momento...
Luego ví tu sonrisa brillar,
Medialuna parlante, idilio de armonía sideral.

Sentí el pecho crepitar de la emoción al oírte hablar.
El arrullo de tu voz clavado en mí,
Que me decía y susurraba frases
De amor constante.
De clamor agonizante.
De estrellas, lunas y manzaneras.
De bosques, ríos y arboledas,
Y mi corazón se deleitaba con tanta música, y fui feliz por una eternidad en un instante.

Por Ernesto Barracas


Me encontraré contigo cuando el tiempo de nieve a nuestros cabellos y arrugas a nuestros gestos y entonces contemplaremos un ocaso con su consecuente luna blanca. Sabrás que junto a ti no existirá el crepúsculo sin luna.
Ya he resuelto el asunto de la distancia (lo había entendido pero al parecer me faltaba asimilarlo): es infranqueable, y por tanto, ¿de qué sirve amar a cierta persona si no se puede compartir la vida con ella?..
Y yo era el amor de su alma, así, separados por una gran distancia de tierra y deseo; no era el amor de su vida, que es frágil y efímera, sí era el amor de su alma, que es incondicional y eterna. Seremos eternos amantes en el recuerdo, un recuerdo silencioso Sin evocarte a ti, mis palabras carecen de algún significado, crean frases ininteligibles, pierden su esencia, ya no enamoran..
¿Se puede amar a más de una persona a la vez, con el mismo amor y sufrimiento a cada una, durmiendo con una en fuerte abrazo y soñando con los besos de la otra?..

Siete llaves

Dejaste los labios en la almohada
Rojos (muy rojos), diminutos y suaves.
Los guardaré bajo siete llaves
Para besarlos al caer el sol de la tarde.

Dejaste en el alma una mirada
Un estigma marchito y loable.
La ocultaré bajo siete llaves
Para contemplarla cuando más tenaz arde.

Dejaste en los tímpanos una tonada
Una cadencia armoniosa y deseable
La reproduciré bajo siete llaves,
Para que en silencio te resguarde.

Te amo y estás de mí apartada
A la espera de algo probable.
Te esconderé bajo siete llaves
Hasta que un abrazo a mi puerto te amarre.

Ernesto Barracas...

-¡Piérdete!..
-Me dejo llevar por el aire y soy libre como una pluma..
-¡Escríbeme!..
-Dejar quisiera el celular como deja el capitán su espada para esgrimir sedientas verdades..
-¡Ámame!..
-Me nutro en tu esencia..
-¡Disípate!..
-Déjame al margen, en un lugar en que tus labios no me busquen, tus pensamientos no me encuentren, tu necesidad no me aliente, tu fragancia no me llegue..
-¡Desnúdame!..
-Me embriago con el sabor dulzón de tu piel, me sumerjo al resguardo de tus pechos desnudos, me amarro a tus caderas para no perderme en una tormenta de tumultuoso placer..
-¡Hazte carne en mí!..
-Cruzo enormes distancias, carreteras maltrechas, tiempos injustos, gobiernos corruptos, campos de enormes cultivos, kilómetros de luna a luna, para estar contigo..
-¡Realízame!..
-Me parto en dos mitades y ahí estás tú y la otra parte de la que me nutro y por la que soy hombre..
-Olvídame..
-Sería como caer a un vacío..


Tu voz me remite al idioma de los árboles, el olor de tu piel al aroma del jazmin, el brillo de tus pupilas al fulgor de la luna en medio de la noche oscura..
Antes de hacerte el amor, te daré mi mundo envuelto en primaveras. Y cuando el placer nos llame a unir nuestros cuerpos en presurosa armonía, conocerás mi patria y cada una de sus esquinas y de sus contornos y lo harás tu hogar..
Cierra los ojos y déjate abrazar el cuerpo desnudo por la noche, besar los labios por la lluvia, acariciar la piel por el viento, tañir el sonido de tu voz por el canto, hacer el amor por la primavera, que será como sentirme a tu lado..
En el valle que se forma entre tus senos, me extravié, me volví loco, prendí enormes fogatas en su tierno suelo con el ardor de mis besos, me alimenté de recuerdos y me nutrí de esperanzas. Un día escalé una de tus mesetas y desde su altura contemplé que dormías..
Me volví microscópico y me sentí perdido en tu anatomía: en el laberinto de tus piernas por fin encontré una entrada, una boca dormida y muy quieta, que al penetrar su umbral se volvió una salida de placeres ocultos y encumbrados..
Cuando el silencio y la noche se encuentran, mis dedos se transforman en barquitos de papel que discurren por tu piel, se hunden en tu sexo y encallan en tus labios..
De noche un susurro invade la naturaleza. Despierto y lo sigo, lo siento y lo vuelvo melodía; es tu pensamiento que me busca para que lo envuelva en dulce abrazo..
Últimamente, me contemplo al espejo y su reflejo me devuelve una imagen distorsionada: un rostro demacrado, una mirada ojerosa, un orgullo cansado, una existencia vacía, un interior aciago... y que me increpa así:
"Dónde están tus sueños que hoy se diluyen en amarga vigilia..
Dónde sus besos cálidos y oníricos..
Por qué los síntomas de esa funesta enfermedad no te matan o se disipan, por qué demoran tanto en llevarte de la mano como a un niño que todo lo añora, que todo lo confunde.."
No estoy enfermo de amor, sino de ciega esperanza, de vanos presagios, de inútiles plegarias elevadas a una deidad que no se hace carne en mí.
He llegado al umbral del desánimo.
Salvajes ilusiones merodean por mi mente y devoran toda utopía, entonces deambulo, sonámbulo..
Pero por qué la agonía, por qué no dejar de sentir y ya, si sé que todo morirá en mí, que no habrá ninguna salida..
La esperanza, ciega y tonta y a veces cruel.
Muero un poco en todas partes, en cada rincón de este mundo dejo una parte de mí marchita, de mí cuajada, de mí nada.
Nada es lo que queda ni quedará jamás cuando la esperanza muera, seré una cosa y no un hombre, un cerebro sin alma.

Déjame navegar por tu piel, quedar náufrago en tus labios y tus pupilas, ser un colono de tus senos y fundar en ellos un altar a tu sonrisa; pernoctar en tu vientre como un recién nacido, recorrer las gélidas extremidades de tus dedos, besar tu norte y bautisarlo con tu nombre; sentir la violenta marejada de tu cabello y morir embriagado en su aroma, emprender un viaje sin regreso a tu misterio y practicar el ascetismo en tus mejillas..
Como náufrago, sin tierra ni tiempo, sin promesas ni aliento, en algún momento sé que te encontraré, amada mía, en algo [la Muerte o la eterna espera] o en alguien (como tú), en algún rincón de este mundo, de esta soledad supina y aciaga, en algún instante de pleno cariño o intensa amargura. Siempre habrá un lugar para ti en mi vetusta embarcación. Súbete cuando gustes. Mientras tanto seré de vuelta un náufrago, un sobreviviente enamorado de lo fortuito, embriagado de azaroso destino; y seguiré buscándote en esa brumosa soledad, en un amor que me acepte tal cual soy, que no mire en mis defectos ni considere un impedimento el tiempo o la distancia, algo que vaya más allá de todo y de todos, alguien que me exprese su amor casi siempre o casi nunca. Vuelvo a ser un interrogante, un soldado sin nombre, una fragancia insípida, una máscara anónima, Cupido sin ninguna de sus flechas, un pecado sin redención ninguna, un amante incondicional de sí mismo.

El corazón permanecerá intacto (acompasado por la tranquilidad de las aguas sin nombre), la razón estuvo siempre a punto de matarle con tal de no enloquecer el espíritu, pero no he de perder jamás aquello que es lo único en mí tan ardiente, tan genuino...


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